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miércoles, 17 de agosto de 2011

Integrantes de DAS, el Ejército y la Policía estarían al servicio del ex jefe de "los Rastrojos"

El asesinato de Ángel de Jesús Pacheco Chancy, alias 'Sebastián', en la madrugada del pasado 25 de julio a manos de sus dos hombres de confianza, abrió otro capítulo sobre la corrupción que el jefe de la banda criminal (nombre eufemístico con el que el oficialismo colombiano designa a los paramilitares de siempre) de 'los Rastrojos' alimentó en el bajo Cauca antioqueño y parte de Córdoba. Desde que se conoció que sus verdugos, 'el Negro' y 'Guadaña', se querían someter a la justicia, también corrió como pólvora la versión de que los dos hombres tenían en su poder toda la documentación que revelaba los nexos entre la Fuerza Pública y la banda de 'Sebastián'. Precisamente hace una semana la Policía capturó a seis integrantes de su institución y dos militares por estos hechos.

ELTIEMPO.COM obtuvo los documentos que 'el Negro' y 'Guadaña' entregaron, y en los que se relacionan los pagos que el narcotraficante les hacía mensualmente a varios integrantes de unidades militares, de Policía y el DAS, en municipios en la zona.

Según estos archivos, que están en manos de la Fiscalía, entre octubre del 2010 y enero del 2011, varios uniformados habrían recibido 896 millones de pesos por "prestarle servicios" a 'Sebastián'.

Por ejemplo, en la 'nómina' de enero de este año figura la Sijín de El Bagre, con 10 millones de pesos; el Gaula Atlántico (Ejército), con 15 millones; el DAS, con 15 millones; el puesto de Policía de Caucasia, con 30 millones; y la Sijín del mismo municipio, con 35 millones.

En la misma relación, que está hecha a mano, en cuadernos argollados tamaño carta también aparecen individualizadas personas. "Cabo y patrullera antinar, 2 millones; escolta coronel Bagre, 1'200.000; Cabo amigo de Minivelson Bagre, 2 millones", señala el documento, que, según los dos hombres que mataron a 'Sebastián', el propio narco revisaba rigurosamente para mantener en orden sus finanzas.

En sus declaraciones, 'el Negro' y 'Guadaña' aseguraron que "era imposible trabajar sin visaje en el bajo Cauca, si no se contaba con la ayuda de los uniformados de la zona". En los documentos y sus declaraciones, estos dos hombres también entregaron nombres de oficiales y suboficiales de la Policía y el Ejército.

Relaciones individuales

En una de las hojas de la relación de febrero pasado está discriminado el pago. "Cauca: teniente, 8 millones; cabo, 2 millones; Sijín, 6 millones. Rifles (batallón del Ejército en Caucasia): la parte inteligencia: 8 millones. Montería: DAS, 4 millones; Sipol, 6 millones".

Y sobre la 'nómina', como está relacionado textualmente en los documentos, integrantes del Gaula Montería habrían recibido en "la parte operativa 3 millones y en la parte de inteligencia, 3 millones; sargento 5 millones".

En el caso de El Bagre aparece una relación detallada de pagos por número de uniformados: 18 patrulleros: 9 millones; 4 patrulleros: 4 millones; 2 cabos: 4 millones; 6 Sijín: 9 millones.

En la relación de la 'caja menor' de julio hay un rubro pagado a un 'parapolítico' por 5 millones de pesos, y viáticos a varios abogados por cerca de un millón de pesos.

Este diario conoció que un grupo especial de investigadores está revisando detalladamente las finanzas de los posibles implicados, así como los balances operativos de las unidades mencionadas para concretar las pruebas y poder iniciar judicializaciones.

'Sebastián', narco del bajo cauca

'Sebastián' o 'el Carnicero' fue uno de los narcos 'purasangre' que se colaron en el proceso de paz con las autodefensas. Se desmovilizó con el bloque 'Central Bolívar' -de 'Macaco'-, pero se devolvió a la ilegalidad para manejar la coca en el bajo Cauca antioqueño y Córdoba. Primero estuvo con la banda 'los Paisas' y luego pasó a 'los Rastrojos'. En la foto.- 'El Negro' y 'Guadaña' mataron a 'Sebastián' y luego se entregaron con información.

Fuente: http://www.eltiempo.com/justicia/uniformados-al-servicio-de-alias-sebastian_10141027-4

Giorgio Jackson: “Es un imperativo moral que el Estado sea garante de derechos y no de bienes de consumo”

Una clara exposición sobre el lucro en la educación realizó ayer el presidente de la Federación de Estudiantes de la Universidad Católica (Feuc), Giorgio Jackson, ante la comisión de Educación del Senado.

El dirigente estudiantil comenzó constatando que según datos proporcionados por el Centro de Estudios Nacionales de Desarrollo Alternativo (Cenda), las universidades con fines de lucro en Chile se manejan con los llamados “profesores taxis”. Es decir, explicó, “no tienen plantas académicas consolidadas, no tienen horas para hacer investigación, por lo tanto van en completo desmedro de lo que es la calidad, y ahí nosotros también creemos que hay un incentivo perverso”.

Luego, hizo hincapié en el gasto excesivo que realizan algunas universidades en materia de publicidad. “La excesiva publicidad genera una distorsión y una asimetría de la información que es insostenible para cualquier sistema regulatorio (…) generan una distorsión completa, porque para una universidad es mas barato invertir en publicidad que en calidad y es mas rápido, por lo tanto ahí en esa distorsión nosotros creemos que es fundamental un Estado que sea garante de un sistema que no tenga fines de lucro por los intensivos que genera, también en el tema de la publicidad y falsas expectativas”.

“En términos de costo (el lucro en la educación) lo genera, obviamente, si uno esta maximizando las utilidades, es a tender a una alza prolongada de aranceles, lo que va jugando, por así decirlo, con la elasticidad, con la capacidad de pago que puedan estar dispuestos a tener los estudiantes, ahí se estira al máximo, y uno lo puede ver cuando el Estado trata de poner un arancel de referencia, en que siempre o la mayoría de las veces hay una brecha, porque se juega con esa capacidad del estudiante de pagar por sobre la beca, por sobre el subsidio”, agregó el timonel de la Feuc.

En ese sentido, ejemplifica: “En básica vemos como el tema del co-pago también es falso, porque el precio lo Argumenta también Fernando Atria (Abogado y Prof. Universidad de Chile y Adolfo Ibañez, autor de libro “Mercado y ciudadanía en la educación” ), por que el precio en un mercado perfecto si es que hubiera diferenciación de precio habría también una diferenciación de calidad, pero en Educación, Básica y media, se puede constatar que a mismo nivel socio económico la calidad de los colegios municipales esta por sobre incluso que los colegios particulares subvencionados. Por lo tanto este Lucro se esta yendo a un pozo negro, que no esta generando ningún valor agregado, por lo tanto es ya inmoral”

En ese minuto, Jackson se detiene para valorar el proyecto enviado por el Ejecutivo al Congreso, pero advierte que aún quedan muchos otros “pasos” que realizar para que el Estado deje de ser parte de lo que califica como un “delito moral”.

“Nosotros quizás decimos que no somos los culpables pero tenemos que hacernos cargo también de los incentivos que va generando nuestro sistema educativo, y quiero poner el énfasis nuevamente que este proyecto de Ley que se está presentado nosotros vemos que constituye un paso en la dirección correcta, ante lo cual el Estado dejaría de ser parte de este delito moral, como lo hemos llamado, pero obviamente que es el primer paso, y creemos que es muy importante, ante el cual después también se podrían dar otros pasos donde el Estado dejara de ser cómplice también por omisión de lo que es la segregación”, indicó el dirigente.

“Creemos que es un imperativo moral pasar esta Ley, que pase no solo por el senado sino también por la cámara, y que definamos una hoja de ruta en la que el Estado sea garante de derechos y no de vienes de mercado”, concluyó.

En tanto, el presidente de la Federación de Estudiantes de la U. Arturo Prat, Patricio Araujo, manifestó que la senadora Ena von Baer no podía ser locutora, por no llegar al Senado a través de una elección sino que como designada por su partido.

http://www.elmostrador.cl/noticias/pais/2011/08/17/giorgio-jackson-es-un-imperativo-moral-que-el-estado-sea-garante-de-derechos-y-no-de-bienes-de-consumo/

martes, 26 de julio de 2011

"Por qué es lícito matar comunistas"

Avasallados por las noticias que a diario se producen en torno a nuevos escándalos, juicios y condenas, los medios de comunicación quizá no le han dado la debida importancia a lo que representa José Miguel Narváez en el engranaje o la colaboración que se dio entre los grupos paramilitares y los que del lado supuestamente legal han luchado contra los grupos guerrilleros, en particular contra las FARC.

Este desconocimiento obedece a que a los vinculados con el paramilitarismo se les ve como piezas sueltas, nunca como si hubieran actuado en coordinación o respondiendo a un esquema de complot, aunque desde lo institucional. Pero si miramos con detenimiento la trayectoria de Narváez, observamos que fue dejando rastros que servirían para armar un interesante rompecabezas, donde la pieza que faltaba era la ‘doctrina’ que desde lo militar le daba sustento y justificación al accionar del paramilitarismo contra todo lo que oliera a subversión.

Es digno de recordación que José Miguel Narváez fue asesor de altos mandos militares desde 1994 (entre ellos del general Rito Alejo del Río) y profesor en guerra política de la Escuela de Inteligencia de las Fuerzas Armadas, con especialidad en operaciones sicológicas, estratagemas e inteligencia para desarticular las armas políticas de la guerrilla y sus vínculos con la población civil. Miembro de la comisión de empalme de Uribe cuando ganó su primera elección, fue asesor del Ministerio de Defensa, de Fondelibertad (la agencia anti-secuestro con escándalo de corrupción a bordo) y subdirector del DAS durante el período de Jorge Noguera, hasta 2006.

En este contexto, llaman la atención las versiones de por los menos cinco exjefes paramilitares, que coinciden en que el hombre les dictaba unas charlas tituladas "¿Por qué es lícito matar comunistas en Colombia?", en los propios campamentos de las autodefensas de Córdoba y el sur de Bolívar. La pregunta pertinente –e impertinente, si se quiere- es si esas charlas las dictaba por iniciativa propia, o enviado por el estamento militar. Lo mismo podría plantearse frente al asesinato de Jaime Garzón, que según esos mismos testimonios (ver verdadabierta.com) fue ordenado por Carlos Castaño, bajo instigación del propio Narváez: ¿actuó aquí también como rueda suelta, o como mensajero de una instancia superior?

Habría que preguntarse además si las Fuerzas Armadas consideran lícito matar comunistas, y la respuesta es obvia: sí, siempre y cuando atenten contra el Estado y mueran en combate. A eso se le llama ‘darlos de baja’. Pero, ¿qué pasaría si en alguno de los momentos de mayor crudeza del conflicto la cúpula militar asumió como justificado asignar a otros el ‘trabajo sucio’ de matar comunistas (llámense guerrilleros o militantes de la Unión Patriótica, a la que se le veía como el brazo político de las Farc), en consideración a que se hacía por el bien superior de la patria?

Una pista al respecto nos la brinda una declaración rendida por el exconsejero presidencial Carlos Ossa Escobar el pasado 2 de junio, en el marco de una acción jurídica de los sobrevivientes de la Unión Patriótica para recuperar su personería jurídica. Quien fuera el consejero para la Rehabilitación, Normalización y Reparación en el gobierno de Virgilio Barco, afirmó que “en algunos sectores de las Fuerzas Armadas asociados con paramilitares y narcotraficantes, se instrumentaban de manera eficiente las estrategias de eliminación de la UP”. No era una estrategia de Estado, pues desde el Ejecutivo y el poder judicial se compartía la campaña de paz, “pero la posición de las Fuerzas Armadas era ambigua”, dijo.

La osadía de Ossa fue aún más lejos, pues recordó que un día “llegué temprano, antes que el ministro César Gaviria, y al poco tiempo llegó el general (Rafael) Samudio, ministro de Defensa. Comenzamos a comentar sobre la situación recurrente con tantos asesinatos de miembros de la UP, y en algún momento le comenté que estaba preocupado con lo que sucedía. Él me respondió: ‘¿qué es lo que te preocupa, Carlos?’. Yo le dije: ‘que todos los días matan a un integrante de la UP’. Él se quedó mirándome y me dijo: ‘Carlos, a ese ritmo no van a acabar nunca’.

Se trata de un testimonio casi concluyente, que si bien no constituye prueba reina de una eventual colaboración activa entre las Fuerzas Armadas y los genocidas de la UP (la cifra de víctimas superó las 3.000), sí constituye sólido elemento de valoración para entender por qué parecía como si el Estado se hacía el de la vista gorda.

Se dirá que es hilar delgado, pero no se puede soslayar que Rafael Samudio Molina era el mismo que fungía como Comandante del Ejército cuando ocurrió la toma y salvaje retoma del Palacio de Justicia, a quien las comunicaciones radiales de esos dos días aciagos identifican como PALADÍN 6, y se comunica con ARCANO 5 (coronel Luis Carlos Sadovnick, segundo comandante de la Brigada XIII), y se escucha lo que se entendería como una orden: “esperamos que si está la manga, no aparezca el chaleco”.

Hemos extrapolado del genocidio contra la UP a la retoma del Palacio de Justicia, porque se trata en últimas de dos emprendimientos militares con el mismo objetivo, el de matar comunistas. La diferencia más notoria es que en el primer caso el brazo que instrumentalizó la matazón fue una mafia narcoparamilitar, mientras que en la retoma se trató de una fría, despiadada y demoledora operación rastrillo, donde para nada importó el elevado número de bajas colaterales ocasionadas.

Sea como fuere, sin importar por ahora si estamos ante una especie de logia de ultraderecha que aplica a su modo la combinación de todas las formas de lucha, o si el asunto tiene relación con lo que el exministro de Defensa (¿con conocimiento de causa?) y hoy presidente Juan Manuel Santos llamó en días recientes la “mano negra”, hay una frase de la película Los Simpson que se ajusta como anillo al dedo para explicar y de paso justificar tantos horrores:

“La Administración no aprueba la justicia por cuenta propia; a no ser que dé resultados”.

http://jorgegomezpinilla.blogspot.com/


lunes, 25 de julio de 2011

Justicia y Paz: seis años de terribles confesiones

El 30 de junio de 1999, dos días después de la masacre, Luis Emilio Betancourt, un hombre de 60 años, regresó al colegio de la población antioqueña de La Caucana, a recoger los restos de su esposa embarazada.

Ella tenía seis meses de gestación cuando los 'paras' del bloque Mineros le abrieron el vientre, le quitaron la cabeza a la bebé y se la arrojaron encima. Los asesinos llegaron al pueblo a 'castigar' el supuesto robo de un cerdo.

"No entiendo la sevicia. No he podido encontrarle una explicación -dice Patricia Hernández, fiscal 15 de la Unidad de Justicia y Paz-. Y es muy difícil no pensar en la mirada de tristeza y abandono del esposo en las audiencias".

Historias como esa son las que han descubierto los 1.060 funcionarios de Justicia y Paz. Algunas son tan escabrosas que la Fiscalía ha tenido que habilitar un grupo de psicólogos para que los ayuden a seguir adelante con sus investigaciones.

En Puerto Venus, corregimiento de Nariño (Antioquia), Justicia y Paz recuperó de una fosa común el cuerpo de un menor de edad cuyo crimen fue pagado por su propia madre. El muchacho, al parecer, tenía problemas con la droga y duró desaparecido por años. Los abuelos nunca se resignaron y en una audiencia los asesinos, que eran guerrilleros, confesaron el crimen y dónde estaba la tumba.

Elba Beatriz Silva, la jefa de Justicia y Paz, dice que, aunque no pasa un día sin que escuchen confesiones aterradoras, "no se puede perder la objetividad": "No nos podemos dar el lujo de sentir, de llorar, de irnos contra el ex 'para' o el ex guerrillero. La obligación de encontrar la verdad implica tener equilibrio".

'Eso fue injusto, doctor'

En el 2009, las hermanas de Etna Johanna García Conde esperaban en una sala de Justicia y Paz de Bucaramanga a que los 'paras' del bloque Héctor Julio Peinado explicaran por qué degollaron a esa niña, que apenas tenía 14 años.

"Montaron un retén en Aguachica (Cesar), cuando pasaron dos jóvenes en una moto" -relata Iván Gómez, fiscal 34 de Justicia y Paz-. "Cuando le pregunté por el crimen, Nelson Gómez Silva, 'El Mico', agachó la cabeza. Yo le insistí para que confesara, hasta que él arrancó a llorar. Dijo: 'Eso fue injusto, doctor. Estábamos en el retén y el h.p. de 'Diomedes' la degolló de una, sin verificar. Ella no era a la que había que matar' ".

Supuestamente, estaban esperando a una muchacha que era informante de la guerrilla y solo se dieron cuenta del error cuando le quitaron el casco. El caso, como la mayoría de los que se han reabierto gracias a las confesiones de los 'paras' en Justicia y Paz, estaba archivado.

Crimen
'No maten a mi papá'

"Asesino". "Muerte". "Matar". Esas fueron las palabras que escribió, una y otra vez, el investigador de Justicia y Paz Vladimir Rodríguez, durante el mes de versiones libres rendidas por ex 'paras' del bloque Centauros, en Villavicencio. "Era una muerte tras otra. Hasta que Francisco Arias, alias 'Pacho', habló de un crimen que hizo suspender la diligencia", recuerda.

"A Gregorio Barrero Vargas -continúa el relato del investigador- lo mandó asesinar alias 'Carracas' por no pagarle una extorsión. El señor iba con sus hijos, de 4 y 6 años, en una camioneta y los 'paras' lo pararon en la carretera (...)

"Alias 'Pacho' confesó que cuando empezaron a dispararle, los niños empezaron a tirarles la carga de cocos que llevaban y les gritaban: ¡No maten a mi papá', no maten a mi papá!", pero no tuvieron compasión.

El investigador recuerda que "el procurador del caso tuvo que salir a vomitar" y que él mismo alcanzó a recriminar al asesino. Pero otro drama se vivía en la sala conjunta, donde la mamá de 'Carracas' quería saber por qué los mismos 'paras' mataron a su hijo.

Según lo descubierto por la Fiscalía, 'Carracas' era uno de los hombres más sanguinarios de los Llanos Orientales.

Mandó matar a más de 180 personas y sus jefes terminaron eliminándolo porque se les estaba saliendo de control.

Mató a su cuñado y a su primo
Confesión de 'Juancho Prada', ex jefe en el Cesar

Juan Francisco Prada, 'Juancho Prada', admitió haber ordenado la muerte de Nayid Gandur Tatar, su cuñado, porque supuestamente estaba aprovechando su parentesco para vender gasolina robada.

"Yo no podía hacer más nada. Él era el esposo de mi hermana y le pedí como diez veces que dejara de utilizar mi nombre, y se ponía era bravo", declaró Prada. "A mí me daba ya vaina decirle, porque él era compadre mío, yo soy padrino de un hijo de él", agregó.

Prada también confesó haber ordenado la muerte de su primo Eduardo Afanador Prada, porque "estaba informando al Ejército". "Yo les mandé decir que averiguaran bien, pero que si tenían que tomar decisiones las tomaran, porque aunque el muchacho fuera de la familia no se podía dejar que hablara mal de las Auc", confesó.

'¿Qué le digo a mi hija?'
'Tijeras' mataba con culebras, y su hija lo confronta

"Humberto Arroyo Guzmán era un mecánico que le estaba dando información a la Sijín. Lo tenían amarrado en un palo y la culebra lo mordió. Cuando yo llegué ya estaba boqueando. Yo le dije a 'Carioca' que lo rematara". Esta fue la confesión de José Gregorio Mangonez, alias 'Tijeras', uno de los mandos medios del bloque Norte de las Auc, que en el 2008 confesó que a muchas de sus víctimas las mataron con culebras, para que contabilizaran en los registros como muertes naturales. "Después de verlo en una revista, la hija de 'Tijeras', una niña de 15 años, llegó a preguntarle por qué lo había hecho. No supo qué responder" -relata Daysi Jaramillo, fiscal 3 de Justicia y Paz-. "Cuando 'Tijeras' me pregunta '¿qué le digo a mi hija?', lo único que le respondo es: dígale la verdad".

Lección
El perdón de las familias de las víctimas

Gustavo Duque, fiscal de exhumaciones en Antioquia, dice que no pudo evitar llorar por la lección de vida que dio una pareja campesina de Antioquia.

En una audiencia, 'Jorge', un ex 'para', se acercó a los padres y pidió perdón por haber asesinado y descuartizado a sus dos hijos. "Me da escalofrío recordarlo. Ellos solo le respondieron: 'nosotros ya lo perdonamos, mijo'", relata el fiscal.

Y en Barranquilla, cuando todos creían que doña Carmenza se iba a ir a golpes contra 'Tijeras' por la muerte de sus tres hijos, ella sólo corrió a alcanzarlo para pedirle que le ayudara a encontrar los restos.

"Es conmovedor, porque uno esperaría que las víctimas no entiendan y a veces son las que más claro tienen este proceso de paz", asegura la fiscal Daisy Jaramillo.

El papel del 'superjuez' Garzón en ajuste al proceso

El juez español Baltasar Garzón, que asesora a la Misión de Apoyo de la OEA en Colombia, trabaja en la reforma de la Ley de Justicia y Paz.

Garzón está al frente de un equipo que está elaborando un diagnóstico sobre lo que ha sido el proceso de Justicia y Paz, que arrancó en el 2005.

Marcelo Álvarez, jefe de la Misión, le dijo a EL TIEMPO que hay consenso en que los ajustes son urgentes.

"Tanto el señor Garzón como yo y toda la organización de la que formo parte estamos convencidos de que la urgencia del asunto es absoluta y de que se precisa de toda la colaboración para continuar en el camino de alcanzar la paz en Colombia (...) No se puede fallar a los ciudadanos ni a las víctimas y tampoco se puede olvidar de las garantías que todo proceso judicial debe tener para los victimarios, por muy graves que sean los hechos imputados".

Johalv@eltiempo.com

viernes, 22 de julio de 2011

Los Chacarilla boys o de la amnesia chilena

No hay peor enfermedad social que la falta de memoria histórica. Chile la sufre de modo agudo. El 9 de Julio de 1977 un grupo de 77 jóvenes nacionalistas de extrema derecha subió al cerro Chacarillas, al lado del San Cristóbal en el acto más fascista de todos los tiempos de la historia de este país.

Emulaban a los 77 soldados de La Concepción en la Guerra con el Perú.

Bosques de banderas y antorchas al mas puro estilo del nazismo hitleriano iluminaban la noche de invierno.

Pinochet en un momento de inspiración arrebatadora leyó su famoso discurso. “Mi corazón de viejo soldado, decía, revive con profunda emoción el coraje insuperable de Luis Cruz Martínez…que en plena soledad de la sierra peruana, supieron demostrar con la entrega de sus vidas, que nuestra Patria y los valores permanentes del espíritu están por encima de cualquier sacrificio personal que su defensa pueda demandar”.

En esos mismos días eran torturados en el “Palacio de la Risa”, así llamada la Villa Grimaldi, miles de chilenas y chilenos. Se las violaba, aterrorizaba, y luego se las iba a tirar al mar, como a Marta Ugarte una de las primeras que en esos mismos días apareció flotando en las playas de Longotoma.

Mientras los jóvenes subían en medio de antorchas, los gritos de horror se escuchaban en los subterráneos del poder entusiasmado.

“..Las limitaciones excepcionales que transitoriamente hemos debido imponer a ciertos derechos, han contado con el respaldo del pueblo y de la juventud de la Patria, que han visto en ella el complemento duro pero necesario para asegurar nuestra Liberación Nacional”, dijo el General en medio de los aplausos de los jóvenes patriotas en medio de la noche de Chacarillas.

“El complemento duro pero necesario” da escalofríos y ganas de vomitar. Todos y todas quienes allí estaban sabían muy bien a qué se refería el General. Era explícito.

¿Quiénes subieron a Chacarillas? El lunes fue el cambio de Gabinete. El listado del Mercurio señala el número 15: Andrés Chadwick, hoy Ministro Vocero de Gobierno; número 38, Cristián Larroulet, Ministro del triunvirato de La Moneda, y 39, Joaquín Lavín, defenestrado Ministro de Educación y resucitado Ministro de Planificación Nacional. La lista es larga y sería un ejercicio de “buena memoria” publicarla con letras de molde.

El número 47 es el actual Presidente de la Cámara de Diputados, y el número 20 es el dueño de la Universidad San Sebastián, emblemático modelo de lo que debe ser la educación universitaria “con fines de lucro”.

El número 17 se reía el lunes a mandíbula batiente en La Moneda, al ver como sus “Chacarillas Boys” se tomaban finalmente La Moneda, en el asalto al Poder, que esa noche lluviosa del invierno del 77, los 77 cabalísticamente ( como es propio de los fascismos corrientes) habían prometido solemnemente, Juan Antonio Coloma, se llama.

Ninguno de estos “Chacarilla Boys”, han hecho autocrítica alguna, pedido perdón, han pasado “colados” en medio de las tormentas. “No sabían” es lo que más mentirosamente han tratado de balbucear. ¿Qué no sabían? Todos los que vivíamos en Chile lo sabíamos detalladamente. ¿Ud. Presidente no sabía y no sabe a quienes está metiendo en La Moneda?

¿Nadie se acuerda cómo sacaban a miles de personas en las madrugadas de ese año 77 a una cancha de futbol a las seis de la mañana, congelada, y les pegaban, los fichaban, los denigraban y dejaban como estropajos?

¿Nadie se da cuenta que aplastaron un siglo de luchas obreras con el terror? ¿Nadie se acuerda que el próximo Ministro del Bienestar Social escribió el panfleto más deleznable de nuestra Historia Literaria, “La Revolución Silenciosa”? ¿Porqué no lo vuelven a publicar?

Pero lo peor es la confusión ideológica del momento. Y de los que alguna vez estuvieron en el lado de los perdedores. Hay quienes han dicho y siguen diciendo que ya la derecha no es la misma. Que Piñera es una nueva derecha. Se les fundió la memoria.

Hay otros, de la otra banda, que acaban de decir que en Chile hay “dos derechas”. Con respeto personal, pero andan mas perdidos que el teniente Bello. Muy triste. Es una campaña la de los antiguos perseguidos de confundirlo todo. Los errores, desvaríos, silencios, de un Ricardo Lagos o una Michelle Bachelet, no tienen ni un punto de comparación con lo que se vivió en esos días y que fue aplaudido por las actuales autoridades del país.

Escucho desde mi mente deprimida los aplausos en Punta Peuco. En Bucalemu un difunto se da vueltas de alegría en su tumba. Los fantasmas están presentes, más que nunca. Gozan de buena salud.

Se ríen con su sonrisa regordeta y a todo color digital, de la Historia de nuestro país. Y no me critiquen a los cabros que agarran piedras y destrozan el “mobiliario urbano” del Alcalde de Santiago. Cuando no hay espacio para la Memoria y las razones, solo hay piedras.

Vergüenza me da. Vergüenza me da de ser chileno.

Por José Bengoa
http://blogs.cooperativa.cl/opinion/jose-bengoa/20110720101631/los-chacarilla-boys-o-de-la-amnesia-chilena/

miércoles, 20 de julio de 2011

Carta abierta a Alfonso Cano

Comandante Cano:


Me dirijo a usted apoyado en dos razones.

La primera es la circunstancia de haberlo conocido personalmente y de haber interactuado como miembros de la Juventud Comunista. Estudiamos en la misma facultad de la Universidad Nacional; es cierto, Usted entraba cuando yo egresaba del pregrado.

La última vez que hablamos brevemente fue durante mi visita al Campamento del Secretariado de las FARC del 26 al 29 de febrero de 1986, en las postrimerías del proceso de paz que comenzó en 1982. Llegamos allí con la colega de la Universidad Nacional Rocío Londoño, quien había iniciado su investigación sobre el dirigente campesino Juan de la Cruz Varela y estaba interesada en conocer la visión de Manuel Marulanda y de Jacobo Arenas sobre Varela.

También conocí a Joaquín Gómez en Moscú cuando adelantaba su carrera en la Universidad de la Amistad de los Pueblos, y yo el doctorado en la Universidad de Moscú. Me impresionaban su disposición sencilla, su talante festivo.

Al comandante Pablo Catatumbo lo aprecio, podría decir, como colega: recuerdo algunas conversaciones sobre historia de Colombia durante mi visita a la sede del Secretariado. Aparte de su evidente erudición histórica, mostraba una preocupación muy típica de la profesión: la necesidad de las fuentes de información, de conservarlas y recuperarlas mediante la investigación. Me habló con preocupación del archivo de las FARC o al menos de la documentación que no estaba organizada, sistematizada, sino apenas conservada. Me he preguntado luego: ¿Se ha preservado aquella documentación tan valiosa para la historia contemporánea de Colombia?

Recuerdo también un encuentro con Iván Márquez en una larga conversación donde tomó parte Daniel Pecaut, una tarde reverberante en Florencia en los tiempos del Proceso de Paz de La Uribe. Entonces Iván ejercía como miembro del Congreso de la República en representación de la Unión Patriótica. Habíamos compartido afanes en la lucha estudiantil con quien se convertiría en el comandante París en las filas de las FARC.

A Usted, a los dirigentes que he nombrado, no los podría ver a través de los prismas construidos por la propaganda de los medios de comunicación. Tampoco los asumo en la condición de héroes, aunque he admirado su decisión de tomar riesgos y afrontar sacrificios en defensa de una concepción social y política. La imagen que de Ustedes tengo es la humana que guarda mi retina, asociada con el intercambio en actividades o discusiones políticas. En efecto Ustedes fueron gente de estudio y dirigentes políticos urbanos antes de convertirse en cuadros militares.

Los colombianos necesitan entender el porqué de la guerra
La segunda razón para esta carta es que he pensado hace mucho sobre la necesidad que objetivamente tendría el ciudadano corriente de conocer la argumentación de las FARC, y de sopesar tanto su visión del país actual como sus propuestas hacia el futuro.

Durante años he sido profesor e investigador de la historia contemporánea de Colombia, y en los últimos quince años he dedicado también esfuerzos al estudio de América Latina. Subrayo: no soy experto en las FARC, pero dada la época de la que me he ocupado, he tenido que leer y reflexionar sobre el Conflicto Interno por cuanto es parte inseparable de nuestra historia. Por supuesto en estas líneas está incorporada mi sensibilidad de ciudadano atento a las cosas del bien común.

La intención primordial del grupo de intelectuales que, junto con la senadora Piedad Córdoba, le escribió a ustedes una carta era iniciar un intercambio epistolar más allá de las diatribas y la estigmatización. Debo reconocer que tal objetivo cedió ante las urgencias del momento y se extravió en los quehaceres ciertamente necesarios del intercambio humanitario.

Creo que sigue siendo válido insistir en un intercambio epistolar de esta naturaleza, el cual tendría sentido independientemente de los avatares de la guerra y de las dificultades políticas y técnicas que rodearían una tal comunicación. Un intercambio de cara a la opinión pública y donde puedan participar quienes quieran hacerlo y crean que la palabra razonable mantiene su fuero aún bajo las circunstancias más adversas.

En la coyuntura de Colombia y en la fase actual del conflicto interno es por demás necesario y oportuno profundizar la reflexión sobre el mismo y abrir la discusión amplia y democrática, bien sobre la inevitabilidad de la guerra o bien sobre las posibilidades de la paz.

Malos augurios
Hace pocos días el almirante Edgar Cely, comandante de las Fuerzas Militares (Declaraciones para Caracol Radio, junio 15 de 2011) refiriéndose a la confrontación con Ustedes afirmó: “Este es un momento histórico, tenemos que estar unidos; estamos en los veinte metros finales más importantes”.

Pero tan preciso acotamiento de distancias militares no convence ni al mismo personaje que lo ha fijado. En el mismo reportaje había dicho el almirante, aludiendo a las acciones recientes de las FARC: “Cambiaron su estrategia y ahora están generando una situación que entendemos perfectamente, pero nosotros también estamos cambiando nuestra estrategia” (énfasis añadido). Pues bien: cuando se habla o cuando se proyectan estrategias, estamos refiriéndonos a un período más largo del que tomaría recorrer esas cortísimas distancias.

Por su parte en el reportaje que el periódico español Publico.es difundió el mismo día de las declaraciones del almirante Cely, Usted, comandante Cano, advirtió: “Mientras no aboquemos seriamente, entre todos, la búsqueda de soluciones a los problemas estructurales del país, la confrontación será inevitable. Unas veces más intensa, otras no tanto. En algunos momentos con la iniciativa militar del Estado, en otros con la iniciativa popular, en una trágica ciclotimia que debemos superar, inteligentemente, con grandeza histórica”.

Lo que el párrafo deja en pie es la mención a la “trágica ciclotimia” y esto nos lleva a entender que para Usted la paz sigue siendo lejana, o que estamos abocados a seguir en una curva de confrontación sin término y donde no se asoma todavía algún futuro esperanzador para los colombianos. Aunque parezcan modestas hay novedades que exigirían especial reflexión.

En su reportaje resulta muy limitada su referencia a la Ley de Víctimas, a cuyo proyecto Usted le había prestado mayor consideración en el video difundido por Anncol en enero del año en curso. Al respecto permítame una breve digresión. Sobre el sentido político de esta ley hablan tanto la criminal ofensiva que se ha puesto en marcha contra los restituidos como también el coro de voces de latifundistas y ganaderos tradicionales, inversionistas agrícolas y de sus voceros políticos que la presentan como violación al sagrado derecho de la propiedad privada y golpe a la “confianza inversionista”.

Los asesinatos buscan disuadir a los campesinos empeñados en recuperar sus tierras de proseguir con el movimiento, al tiempo que se proponen apartar a las autoridades de su acción para la aplicación de la ley. Ya antes el país ha sido testigo del desarrollo de ofensivas y campañas de esa índole cuando se ha ensayado poner en marcha políticas agrarias de orientación progresista. Yo me pregunto hoy, Comandante, ¿Volverán tales sectores a imponer de nuevo su designio?

Los argumentos históricos de las FARC
Quisiera referirme a enunciados de las FARC que unas veces se encuentran formalizados programáticamente y otras veces se reiteran de modo más informal en reportajes y declaraciones concedidos por Usted o por sus compañeros del Secretariado, como aquellos que se han conocido durante los últimos meses.

Se trata de fórmulas verbales que en el discurso de las FARC se asumen como axiomas o sentidos comunes. Yo quisiera abrir sólo algunos de tales códigos hasta ahora cerrados, para hacerlos objeto del intercambio dialéctico.

Comienzo por los argumentos sobre el origen del movimiento armado.

La Autodefensa campesina original

Un primer enunciado reza: la lucha armada en Colombia no nació por decreto de nadie; fue la respuesta popular a la violencia de latifundistas y ganaderos amparados por un régimen político antidemocrático y excluyente.

En principio la afirmación es verdadera, pero a mi juicio hace falta seguirla con distancia crítica en su desarrollo. Sin duda en 1949 y en algunas regiones donde venían consolidándose los movimientos de colonos y campesinos, resultó inevitable organizar la autodefensa armada, no ya en defensa de la tierra sino de la vida misma. Pero ya en la primera pausa de “La Violencia” en 1953, había motivos para plantearse la reorganización de un movimiento agrario que, por ejemplo en el Sur del Tolima, venía trabajado con vigor desde mediados de los años treinta. No sobra recordar que en Chaparral, el Partido Socialista Democrático (denominación temporal del Partido Comunista) había tenido ya dos concejales campesinos, uno de ellos el legendario Isauro Yossa.

Pero la reorganización del movimiento campesino no ocurrió. Al contrario cundió el desconcierto y se prolongó la confrontación con antiguos combatientes liberales que respondieron de manera aún más enconada y en efecto agravaron la violencia.

Marquetalia: el viraje

Permítame hacer memoria del hecho crucial que Ustedes con razón han celebrado como el hito fundacional de las FARC. Ese hecho comenzó con la agresión a los pobladores de Marquetalia por parte del Ejército apoyado por fuerzas de Estados Unidos mediante el tristemente célebre Plan LASO. La respuesta que allí se dio era inevitable y la hazaña de los colonos y campesinos quedará inscrita en los anales de la lucha del pueblo colombiano. Analizando aquella coyuntura, Pierre Gilhodés escribió que entre 1964 y 1965 el Ejército colombiano “se inventó un enemigo”, dado que previamente no había una actividad militar en esa avanzada de la colonización.

Luego una decisión de los colonos llevó a convertir las autodefensas en guerrillas. En 1966 el X Congreso del Partido Comunista mediante otra decisión le dio contenido estratégico a la lucha armada guerrillera al adoptar la política de combinación de todas las formas de lucha como su teoría y su práctica.

El paro cívico del 77 y la oportunidad perdida
Sólo menciono otro momento crucial. La escogencia de una opción sería decisiva para iniciar otra etapa de la lucha guerrillera y por lo mismo otra fase del conflicto interno en Colombia. Se trata, comandante Cano, de la lectura del Paro Cívico Nacional (PCN) del 14 de septiembre 1977 que hicieron la dirección de las FARC y la mayoría de la izquierda.

Aquella fue una protesta formidable, un capítulo de la historia de la muchedumbre política en Colombia. Pero muchos concluyeron, de manera subjetiva, que se acercaba la hora de hacer confluir la movilización cívica con la acción armada de la guerrilla, en un formidable torrente insurreccional que resultaría irresistible. Recordará usted que el M-19 fue la guerrilla que de manera más acelerada readecuó su acción a esa previsión. Las FARC concluirían su aprestamiento para actuar de forma más ofensiva en la VII Conferencia que tendría lugar en 1982.

Aún me sigue sorprendiendo que el establecimiento colombiano hubiera llegado a la misma conclusión, pero en dirección contraria: El PCN habría sido un intento de insurrección cuya reedición debía evitarse a toda costa. El presidente Turbay Ayala y el ministro de Defensa, general Camacho Leiva, desarrollaron entonces una ofensiva brutal y desinstitucionalizada en defensa de las instituciones.

La derecha y la izquierda asimilaron el PCN desde sus propias matrices de pensamiento y no pudieron o no quisieron entender lo que aquel acontecimiento había significado realmente. La polarización del país ganó terreno al tiempo que la presencia de las mafias narcotraficantes se hacía sentir en la economía, la sociedad y la política. Esta coincidencia de fenómenos resultaría trágica.

La izquierda hubiera debido estudiar el Paro y la serie de los paros cívicos locales que habían tenido lugar entre 1957 1977. A mi juicio, era necesario ajustar la política a la primacía de los escenarios urbanos y adecuarla a la cultura política que había reflejado aquella protesta multitudinaria contra el alto costo de la vida. El camino escogido fue insistir en las mismas estrategias de antes y darles la espalda a las nuevas realidades.

Sumapaz y Viotá: un modelo alternativo
En la historia colombiana se encuentran modelos de lucha armada, que Usted conoce bien, donde la guerra terminó sin pasar por una derrota de los combatientes. Aludiré a uno de ellos, uno especialmente pertinente porque tuvo su origen por la misma época y dentro de la misma matriz política donde nacieron las FARC. Me refiero al movimiento campesino encabezado por Juan de la Cruz Varela en Sumapaz y Oriente del Tolima.

En esas regiones los campesinos tomaron las armas a finales de 1949, combatieron eficazmente contra la policía y las bandas al servicio de los gamonales y caciques conservadores hasta 1953. En octubre de ese año entregaron las armas en Cabrera y se reincorporaron a sus parcelas. Volvieron a ser objeto de persecución sangrienta y nuevamente fueron a la lucha armada en defensa de la vida. Hasta el Sumapaz llegó la honda del la campaña militar desencadenada por el gobierno de Rojas Pinilla entre noviembre de 1954 y mediados del año siguiente contra el movimiento agrario del Oriente del Tolima, conocida como la Guerra de Villarica.

Cuando la Junta Militar que sustituyó a Rojas en 1957 pintó algunas posibilidades de paz, Varela entabló conversaciones y presentó un pliego de demandas que fue aceptado por el gobierno. Años después él mismo evocaría aquel breve período de paz en los siguientes términos: “Las tropas fueron retiradas, nos dieron todas las garantías, salíamos a los pueblos, convivíamos con el Ejército, con la policía y las autoridades. Es un reconocimiento de honor al mérito, porque parecía que nunca hubiéramos estado en guerra” (Rocío Londoño Botero, Juan de la Cruz Varela. Sociedad y política en la región de Sumapaz (1902-1984), Bogotá: Universidad Nacional, 2011, p.570).

Los campesinos volvieron al trabajo en sus propiedades. No se trató ciertamente de una marcha bucólica. Las bandas de terratenientes causaron asesinatos, ocasionaron víctimas y atropellos económicos, pero los campesinos se quedaron, no permitieron el despojo de sus tierras. En ello jugó un papel decisivo el hecho de que los campesinos hubieran podido mantener la organización y la movilización de la gente.

También por los tiempos de “La Violencia” de 1946 a 1964, el movimiento agrario de Viotá negoció acuerdos para el Tequendama, que hicieron de esta región una comarca de paz en medio de la guerra. Debo anotar además que tanto en Sumapaz como en el Tequendama, el Partido Comunista respaldó las alternativas de la paz. Estos casos merecen ser estudiados con detenimiento en el momento actual cuando no obstante el ruido de los tambores de la guerra la paloma de la paz intenta levantar su vuelo.

Comandante Cano, si bien no desconozco que el origen y el desarrollo de los conflictos sociales obedecen a razones objetivas y a causas estructurales, por otra parte subrayo el papel de las decisiones o de las escogencias entre alternativas políticas que llevan a cabo las partes en el conflicto. Si destaco el resultado de escogencias de caminos distintos del que hasta hoy han transitado las FARC, lo hago en virtud de aquella sabiduría elemental según la cual las cosas que comienzan por voluntad de las personas también pueden acabarse por voluntad de las personas.

Paso ahora a conversar, si me disculpa Usted esta ya larga misiva, sobre las razones sobre las cuales las FARC ponen el mayor énfasis para insistir en la lucha armada bajo las circunstancias actuales de Colombia.

Pobreza y desigualdad acuciantes
Comienzo por los factores que harían inevitable la acción armada: las causas estructurales como la pobreza, la monstruosa desigualdad en la distribución del ingreso, la inconmovible concentración de la propiedad sobre la tierra, la imposibilidad de las mayorías para acceder a una educación de calidad o a los servicios de salud….

Por supuesto la lucha armada hunde sus raíces en este océano de privaciones e iniquidades. Creo que pocos negarían la validez del argumento. Paradójicamente los militares que pusieron en marcha la maquinaria de guerra contra campesinos y colonos a mediados del decenio de 1960 introdujeron en el mundo oficial lo que el general Ruíz Novoa, Ministro de Guerra llamó entonces las causas estructurales de la subversión y que en el decenio de 1980 otro general, Landazabal Reyes Ministro de Defensa denominó como los “factores objetivos” de la violencia.

Pero aunque el argumento sea tan convincente en términos éticos y en términos lógicos, no deja, Comandante, de mostrar grietas cuando se lo somete a ciertas preguntas críticas y en el contexto concreto de Colombia.

Preguntas inquietantes
Sin contar sus años de actividad como autodefensa campesina, las FARC ya tienen 47 años de existencia. Es pertinente preguntar: ¿Cuáles son los beneficios que esta lucha abnegada de tres generaciones de hombres y mujeres guerrilleros le han traído a Colombia? ¿Cuáles grupos de trabajadores rurales o urbanos han logrado conquistas sociales duraderas por obra de las FARC durante este medio siglo? Más allá de los recursos polémicos, no descarto que Usted, Comandante, disponga de respuestas que yo ignoro y que sería del más alto interés para todos conocer.

La utilización del conflicto
En este punto debo aludir al uso del conflicto interno por parte de los sectores dominantes para impulsar sus propios intereses económicos, sociales y políticos. Es evidente que los señores de la guerra, los paramilitares amparados por sectores de las Fuerzas Armadas y otros actores legales o ilegales opuestos al interés de los trabajadores y de las fuerzas democráticas se benefician de maneras muy distintas de la existencia y la prolongación del conflicto interno en contravía de los cambios que las FARC se propusieron desde su creación. Hay en especial razones para pensar que el fenómeno Uribe se gestó en el contexto del con razón llamado “síndrome del Caguán”, un fenómeno político – emocional que arrastró a la mayoría de la opinión y la puso en manos de la extrema derecha.

La parapolítica, cuyo camino fue abierto por el paramilitarismo contrainsurgente y mafioso, ha sido el mecanismo más eficaz de reclutamiento de un nuevo personal político. Esa clase política accedió a las esferas de la dirección del Estado y de los partidos, creó sus redes de neo-clientelismo, e indujo a un nuevo balance de las participaciones regionales en el aparato del Estado.

Los apoyos populares de las FARC
Comandante: no tengo duda que a lo largo de su historia las FARC han contado con bases sociales de apoyo. En regiones enteras han sido el único Estado para la población excluida del acceso a bienes y servicios. A la larga se admitirá que por la acción de la insurgencia grandes regiones que por largo tiempo fueron periféricas han entrado paradójicamente en el proceso de la integración nacional. El hecho de que Colombia haya sido un país de colonizaciones y que aún en el siglo XXI haya frontera agraria abierta constituye uno de los fundamentos para entender la sociología de la guerrilla.

También entre las mayorías pobres de las grandes ciudades hay sin duda sectores que apoyan la lucha armada y personas de otros medios sociales que lo hacen por motivos políticos o ideológicos.

De aquí se siguen al menos dos grandes consecuencias. Por una parte no parece realista ni sensata la política de exterminio que proclaman o reclaman algunos sectores. Por otra parte no sería posible que el movimiento guerrillero acepte poner fin al conflicto interno mediante el trámite de una simple reinserción.

Apoyo insuficiente para lograr los cambios
Señalado lo anterior, debo añadir que el balance objetivo de los apoyos sectoriales y regionales al actuar de las FARC no constituye la base sociopolítica que les permita a las FARC encabezar el vasto movimiento político de las masas urbanas y rurales que se hace necesario para lograr cambios profundos en Colombia.

Las potencialidades de transformación que los movimientos armados han podido crear en su larga historia germinarán solo cuando ellos logren ser parte efectiva y por tanto creíble de un movimiento democrático por la paz. Por supuesto: la salida negociada del conflicto no significará el cumplimiento automático de los cambios, pero sin duda contribuirá a crear las condiciones para que la gente luche por ellos de manera políticamente más efectiva y humanamente más constructiva.

El conflicto y la interferencia de Estados Unidos
Comandante: las FARC desde un comienzo reclamaron el desarrollo soberano de Colombia y en especial se opusieron a nuestra subordinación inveterada respecto de Estados Unidos. Pero, otra vez, los sectores dominantes han usado el conflicto para afianzar su alienación irrestricta con los intereses económicos y geopolíticos de ese país.

Cuando el segundo gobierno de Uribe estableció el Acuerdo de Cooperación Militar con el pretexto de combatir “el terrorismo”, el embajador de Estados Unidos William Bronfield trató de tranquilizar a quienes se alarmaron o indignaron, al decir que no se trataba de algo nuevo sino de renovar un acuerdo anterior. Ese acuerdo no era otro que el Pacto Militar Bilateral firmado el 17 de abril de 1952. Tal ocurrencia bien podía tomarse como un desplante cargado de cinismo, en tanto el Pacto del 52 fue un acto de vergonzosa sumisión al interés militar de un país extranjero; corrían los tiempos de la participación de Colombia en la aventura de Estados Unidos en Corea.

No quisiera que esta reflexión mía se tomara como un reclamo al movimiento armado por no haber impedido la adopción de una política internacional independiente. En todo caso esta sería una responsabilidad que trasciende a los alzados en armas. Pero a mi juicio el que Colombia cuente con “la guerrilla más antigua del mundo”, como suele decirse, tampoco ha servido para disminuir la dependencia frente al imperialismo.

Asesinato de los opositores: el exterminio de la Unión Patriótica
Comandante Cano, me refiero ahora a un punto que suele paralizar la discusión con quienes defienden la continuidad de la lucha armada: se trata del asesinato o la persecución de quienes han hecho dejación de las armas por parte de sectores del Estado, de sicarios al servicio de terratenientes, ganaderos, empresarios u otras fuerzas de derecha.

Esta en realidad es la expresión aguda de la intolerancia inscrita en el sistema político colombiano respecto de las corrientes alternativas o de izquierda que pretenden irrumpir en la escena política o impulsar los movimientos sociales.

En su ya mencionado reportaje para Publico.es , recordó Usted la serie bicentenaria de líderes populares que han sufrido la violencia y que va desde el atentado al Libertador hasta los asesinatos de Jaramillo Ossa y Cepeda Vargas, para concluir de manera lapidaria: “Porque en Colombia a la oposición democrática y revolucionaria, la asesina la oligarquía. La masacre de la Unión Patriótica es la muestra palmaria.”

¿Quién podría sensatamente negar que la anterior afirmación tiene bases muy ciertas?

Y sin embargo una vez más es necesario abrir las fórmulas cerradas. La Unión Patriótica fue víctima de una alianza conformada por sectores de las Fuerzas Armadas, mafias del narcotráfico, gamonales políticos y paramilitares. Pero estas fuerzas contaron a su favor con el hecho de que la UP, surgida por convocatoria de las FARC, es decir por un movimiento guerrillero que hacía parte de un proceso de paz, tuvo que cargar con el fardo de sostener la política de combinación de todas las formas de lucha.

Me parece que en la encrucijada de 1984 se planteaba la disyuntiva: o bien se profundizaba el proceso de paz y la guerrilla se transformaba en una fuerza política sin apoyaturas militares, o bien se continuaba con la acción insurgente renunciando a la creación de una organización política legal.

Usted mismo ha insistido desde hace ya tiempo en un tipo de organización política distinto y por definición, ilegal, lo cual, conceptualmente al menos, tiene más coherencia que la fórmula de 1984.

El intento de sentarse en dos sillas a un mismo tiempo fue una decisión inevitablemente utópico-catastrófica. No soy tan ingenuo para pensar que los exterminadores de la UP se hubieran convertido en palomas de la paz o en defensores de Derechos Humanos ante la decisión de renuncia a las armas por parte de los insurgentes. Sin embargo considero que amplios sectores políticos y corporativos del país se hubieran constituido en dique de contención frente a esa alianza siniestra. Guiados por la ética, o aún por pautas mecánicas del principio de justicia, hay fuerzas de opinión considerables que en casos semejantes han jugado en defensa de quienes optan por dejar las armas.

El M19: las respuestas del gobierno y de la opinión
Quizá, comandante Cano, sea pertinente recordar acá que en los acuerdos preliminares entre el M-19 y el gobierno Barco se adoptaron compromisos que luego fueron parte del proyecto de reforma constitucional que debatía el Congreso en 1989. El gobierno se vio obligado a retirar el proyecto por la inclusión del tema de la extradición que auspiciaron las mafias. Pero si entonces el presidente no estuvo en condiciones de cumplir, los votantes resarcieron al M-19: primero en las elecciones al Congreso de 4 de marzo de 1989 y luego, más ampliamente, en las elecciones a la Constituyente del 9 de diciembre de 1990.

Otra cuestión sería discutir lo que hizo el M-19 con semejante capital político. Pero en aquella encrucijada confluyeron una organización guerrillera en proceso de paz y el vigoroso movimiento ciudadano por una nueva Constitución -la que sería adoptada en el 91.

Respuesta sibilina
No puedo concluir sin referirme a una pregunta que a Ustedes siempre les formulan y con la cual seguramente los seguirán apremiando: la relación de las FARC con los negocios de la droga, dados en especial los altos costos de la guerra en Colombia.

Debo admitir el desconcierto que me produjo su respuesta en la citada entrevista para Público.es: “Quisiera serle taxativo en esto: ninguna unidad fariana, de acuerdo a los documentos y decisiones que nos rigen, (énfasis añadido) pueden sembrar, procesar, comerciar, vender o consumir alucinógenos o sustancias psicotrópicas. Todo lo demás que se diga es propaganda”.

Yo no quisiera figurar entre los propagandistas, pero no puedo ignorar que su remisión a “los documentos y decisiones que nos rigen” fue una manera muy peculiar de respuesta sobre la cual habría que concluir sencillamente que dentro de las FARC sucede lo que ocurre en Colombia: que la ley se obedece pero no se cumple.

Los signos de cambio en América Latina
Los partidarios de la salida política al conflicto solemos buscar los signos que anunciarían la paz en cada coyuntura. No pocas veces se trata de meras proyecciones del deseo; pero esta carta no quiere anticipar escenarios futuros, sino apelar de manera realista o aún desencantada al análisis de los factores e intereses particulares, corporativos o existenciales que sustentan la guerra colombiana, para invitarlo, comandante Cano, a repasar su peso frente a los beneficios que para todos tendría el compromiso efectivo con la salida negociada del conflicto.

Las tendencias sociales, políticas y geopolíticas que desde hace un decenio se vienen observando en América Latina estimulan el análisis y alientan la controversia democrática. En Brasil, en Venezuela, en Bolivia, en Ecuador en Argentina y Uruguay se vienen ensayando caminos de participación nueva de la gente, se adoptan políticas sociales más o menos profundas según el prisma desde el cual se las mire, se plantean apuestas por el avance de un mundo multipolar contra las formas más aberrantes de la dependencia con respecto al imperialismo, se dan pasos de un mayor control de las riquezas y los recursos propios.

Todos estos países pasaron por experiencias insurgentes a las cuales encontraron término ¿Quién hoy podría invocar como emblemática particularidad colombiana la prolongación de una guerra que no parece que pueda prolongarse sino a costa de descomponer a sus protagonistas militares y de enervar a toda la nación con el culto a los valores de muerte?

La perpetuación de la guerra no puede erigirse en mito nacional ni el programa de la destrucción del adversario en un objetivo colectivo exaltante.

Es una decisión
Comandante Cano: Quisiera concluir con una cita de la Asociación Campesina del Valle del Río Cimitarra: “A nuestro entender, el conflicto puede tener salida atacando sus causas objetivas, mediante la realización de reformas políticas, económicas y sociales, que permitan mejorar las condiciones de vida y de trabajo de la población colombiana. Pero también, a partir de la voluntad y decisión política expresa de las fuerzas en contienda”. (Encuentro Nacional de Comunidades, afrodescendientes e indígenas por la tierra y la paz en Colombia. “El diálogo es la ruta” Barrancabermeja, Agosto 12-15 de 2011).

Es una aspiración que se fortalecerá en la medida en que las señales aún débiles pero ciertas de paz que se originan en el gobierno y aquellas que Usted y sus compañeros han lanzado en los últimos meses se plasmen en una auténtica y concreta opción por la paz.


(*) Medófilo Medina es licenciado en Historia de la Universidad Nacional, Ph.D en Historia de la Universidad M.V.Lomonosov de Moscú, profesor titular y emérito de la Universidad Nacional, ha sido profesor visitante en universidades de Ecuador, España y Venezuela. Ha publicado libros y artículos sobre historia contemporánea de Colombia y Venezuela y sobre enseñanza de la Historia.




Fte: http://www.razonpublica.com/index.php?option=com_content&view=article&id=2213:carta-abierta-a-alfonso-cano&catid=19:politica-y-gobierno-&Itemid=27

Carta a las FARC-EP y ELN de Colombianos por la Paz

Srs. Comandantes
Alfonso Cano y miembros de Secretariado de las FARC-EP
Nicolás Rodríguez Bautista y Comando Central – COCE del ELN
Colombia
Reciban un atento saludo de compatriota.

Con proximidad a cumplirse un año de posesión del actual gobierno, y en medio de una situación nacional que plasma los niveles acumulados por años de corrupción, violencia y exclusión, en nuestra condición de Colombianas y Colombianos por la Paz, unidos con varios propósitos, siendo el mayor de ellos poder contribuir al diálogo y a la solución política negociada del conflicto armado que vive desde hace medio siglo nuestra sociedad, reanudamos una vez más el diálogo epistolar transitoriamente interrumpido... (Continúa)

Dirigimos este mensaje a las FARC-EP y al ELN en reconocimiento también de las declaraciones hechas por cada uno de ellos, pero que conforman en esencia un mismo principio de salida dialogada. Este punto llevará a confluir en caminos que vayan recomponiendo en la diversidad una sola mesa de diálogo, para las alternativas de humanización y paz.

Hemos tomado atenta nota e interpretrado con esperanza para el país y para la región sus comunicaciones, en el intercambio epistolar, las cartas y videos públicos. Valoramos en medio de la continuidad de la guerra interna las tres decisiones convergentes que han comunicado los comandantes Alfonso Cano y Nicolás Rodríguez:

1) La disposición y la invitación a conversar sobre una agenda nacional alrededor de los más acuciantes problemas como los relacionados con las tierras, las políticas económicas, sociales y medioambientales, los derechos políticos y civiles, y otros de gran importancia para el futuro del país.

2) Potenciar eventuales escenarios de diálogo para construir una salida política a la confrontación armada con la activa participación de la sociedad y el acompañamiento de la comunidad internacional, en especial de UNASUR.

3) Respetar los principios del Derecho Internacional Humanitario y encaminar discusiones hacia el logro de acuerdos para garantizar plenamente su observancia.

Precisamente sobre este último punto, dolorosos hechos recientes en varios departamentos del país, circunstancias producidas en desarrollo del conflicto armado generan profundos cuestionamientos sobre el presente y el futuro que se nos avecina y nos obligan a realizar un llamado ético sobre infracciones cometidas al derecho humanitario y sobre la necesidad de proteger los derechos fundamentales de la población civil.

Semanas atrás, la Oficina de la Alta Comisionada de Naciones Unidas para los Derechos Humanos presentó una serie de acciones bélicas en las que se registraron graves infracciones contra el derecho humanitario por parte de las organizaciones guerrilleras.

Entendemos que el conflicto armado interno continúa su curso, que nuevas dinámicas militares se desarrollan, pero justo por eso, urge la aplicación verificada del derecho humanitario. Es indispensable en ese sentido:

- Establecer normas y mecanismos específicos e idóneos de regulación o limitación bélica, para impedir que ocurran nuevas violaciones y se degrade todavía más el conflicto, rechazando y condenando claramente todas las prácticas inadmisibles, contrarias a los más elementales principios humanitarios.

- Ratificar el pacto que las FARC-EP y el ELN firmaron a finales de 2009, para abolir las acciones que vulneraban a las comunidades y poblaciones de Arauca, el cual es necesario extender y aplicar a nivel nacional.

- Dar a conocer propuestas y actos que siembren de su parte la esperanza de que sí es posible no sólo humanizar la guerra sino alcanzar una interlocución para avanzar en su superación definitiva.

Colombianas y Colombianos por la Paz, continuando en su misión de contribuir a la humanización y la solución del conflicto armado, les propone reiniciar de inmediato y de forma fluida, a través del intercambio epistolar, la discusión sobre diversas temáticas de trascendencia nacional.

Deseamos que a través de ese diálogo epistolar se debatan y asuman decisiones conjuntas, respuestas e iniciativas que el país necesita y demanda, con la esperanza de que estemos a la altura de los retos que su dura realidad e historia nos pone de presente; y que tantos esfuerzos y sacrificios por la vida digna de las colombianas y los colombianos, tengan sentido hoy y para las generaciones del porvenir.

Atentamente,

Piedad Córdoba Ruiz @PiedadCordoba
Colombianas y Colombianos por la Paz @ColombianosPaz