Esta es la pregunta que se vienen haciendo muchos conocedores de la situación colombiana ante la ofensiva lanzada por las FARC-EP durante el último mes en distintas regiones del país y que ha dejado un saldo de más de 30 policías muertos en lo que va de agosto. En este contexto cabe hacer las siguientes reflexiones:
1- Las recientes acciones armadas de la guerrilla no deben verse como hechos retaliatorios enmarcados en revanchas operacionales, las dinámicas tácticas de la guerrilla no responden a lógicas de venganza como lo manifiestan reiteradamente los militares y políticos colombianos, sino a planes militares de frentes y bloques guerrilleros.
2- Parte de la responsabilidad en las bajas oficiales, puede deberse al clima triunfalista que instalaron funcionarios políticos y oficiales militares en la opinión y en la fuerza pública colombiana, ya que desde hace dos años vienen afirmando de manera reiterada y sostenida en distintos foros que el conflicto armado se encontraba en su fase terminal, que se había iniciado el “fin del fin”, que la guerrilla era una serpiente moribunda (deben saber que es muy difícil hacer la autopsia sin el cadáver) y algunos llegaron a sostener que Colombia se encontraba en un escenario de post conflicto.
3-La guerrilla parece haberse adaptado a las modalidades operativas de la fuerza pública y ahora es esta, la que debe descifrar las tácticas operacionales de la insurgencia.
4- Debe abrirse un debate nacional en el que se aborden las causas que han dado origen y posibilitan la existencia de la insurgencia. Para de este modo entender que el conflicto es social, por lo cual su salida debe ser política y no militar, de lo contrario se estaría poniendo la carreta a tirar de los bueyes. Los colombianos y los latinoamericanos en general debemos entender que organizaciones político-militares como las FARC-EP y el ELN, no son causantes de la pobreza, la exclusión social, la desigualdad, la privatización de la educación y la salud pública, el aumento del comercio informal y de la criminalidad organizada en Colombia, sino todo lo contrario, son una consecuencia directa de estas situaciones.
Luis Fernando Trejos Rosero
1- Las recientes acciones armadas de la guerrilla no deben verse como hechos retaliatorios enmarcados en revanchas operacionales, las dinámicas tácticas de la guerrilla no responden a lógicas de venganza como lo manifiestan reiteradamente los militares y políticos colombianos, sino a planes militares de frentes y bloques guerrilleros.
2- Parte de la responsabilidad en las bajas oficiales, puede deberse al clima triunfalista que instalaron funcionarios políticos y oficiales militares en la opinión y en la fuerza pública colombiana, ya que desde hace dos años vienen afirmando de manera reiterada y sostenida en distintos foros que el conflicto armado se encontraba en su fase terminal, que se había iniciado el “fin del fin”, que la guerrilla era una serpiente moribunda (deben saber que es muy difícil hacer la autopsia sin el cadáver) y algunos llegaron a sostener que Colombia se encontraba en un escenario de post conflicto.
3-La guerrilla parece haberse adaptado a las modalidades operativas de la fuerza pública y ahora es esta, la que debe descifrar las tácticas operacionales de la insurgencia.
4- Debe abrirse un debate nacional en el que se aborden las causas que han dado origen y posibilitan la existencia de la insurgencia. Para de este modo entender que el conflicto es social, por lo cual su salida debe ser política y no militar, de lo contrario se estaría poniendo la carreta a tirar de los bueyes. Los colombianos y los latinoamericanos en general debemos entender que organizaciones político-militares como las FARC-EP y el ELN, no son causantes de la pobreza, la exclusión social, la desigualdad, la privatización de la educación y la salud pública, el aumento del comercio informal y de la criminalidad organizada en Colombia, sino todo lo contrario, son una consecuencia directa de estas situaciones.
Luis Fernando Trejos Rosero
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