Cada día aparecen nuevos barrios de invasión
Parques, canchas de fútbol y vías de tren de la capital argentina han sido tomadas por ilegales de Bolivia, Paraguay y Perú. Denuncian inseguridad y narcotráfico.
Buenos Aires vive por estos días jornadas de alta tensión. El calor del verano que recién comienza se atenúa ante la efervescencia de los enfrentamientos entre vecinos que han tenido lugar en varios barrios de la capital argentina desde principios de diciembre. Cuatro muertos, decenas de heridos y una problemática que amenaza con seguir cobrando víctimas.
El crecimiento de asentamientos ilegales en predios baldíos —parques, canchas de fútbol, vías de tren— ha terminado por enfrentar a la misma población, ante una supuesta negligencia de las autoridades locales y nacionales. El incremento de la inseguridad, así como la presencia de organizaciones delictivas e incluso de redes narcotraficantes, ha hecho que expertos en seguridad hablen de una ‘favelización’ en los barrios de emergencia de la ciudad.
Y aunque no es un tema nuevo en la agenda nacional, sí cobró relevancia con el más reciente incidente que tuvo lugar hace unas semanas en Villa Soldati, un barrio en el sur de Buenos Aires. Allí, 13.000 personas de escasos recursos tomaron ilegalmente el Parque Indoamericano y ante las quejas por la creciente inseguridad, y al ver que la policía no trabajaba en desalojar a los ocupantes, los vecinos decidieron reaccionar. Se enfrentaron con palos, piedras, botellas. Puños y patadas. Armas.
El Gobierno Nacional envió a la gendarmería para evitar nuevos choques. Pero el ambiente caldeado cobró lo suyo: cuatro muertos. Primero, un hombre de origen paraguayo y una boliviana fallecieron en confusos incidentes durante el operativo de desalojo; días después, luego de que la policía se retirara, nuevos enfrentamientos entre ocupantes del terreno y vecinos de barrios marginales de la zona cobraron otras dos vidas.
El alcalde de la ciudad, Mauricio Macri, culpó entonces a los grupos delictivos que operan en las villas de la ciudad, y en una declaración con tintes xenófobos —como menciona el Premio Nobel Adolfo Pérez Esquivel— se fue lanza en ristre contra el gobierno por las “laxas políticas migratorias”.
“Estamos todos conscientes de que la Argentina viene expuesta a una política descontrolada donde el Estado no se ha hecho cargo de su rol. Pareciera que la ciudad de Buenos Aires se tiene que hacer cargo de los problemas habitacionales de los países limítrofes”, señaló al identificar que más del 70% de la población de estas villas proviene de Bolivia, Paraguay y Perú.
La semana pasada, luego de negociaciones entre miembros del gobierno nacional, del gobierno de la ciudad, y líderes de los asentamientos ilegales, el terreno fue desalojado. El Parque Indoamericano de Villa Soldati, en el sur de Buenos Aires, volvió a ser ese gran predio abandonado y de hierba descuidada, sin las tiendas de plástico o cartón que habían instalado aquellos ocupantes ilegales que se marcharon tras la promesa de que el Estado les daría viviendas sociales.
Sin embargo, las ocupaciones se han multiplicado desde hace una semana en Quilmes, suburbio del sur bonaerense; en Rosario y en Villa La Angostura, un exclusivo balneario en la Patagonia. Habría por lo menos 12 en todo el país.
Se estima que en Buenos Aires unas 500.000 personas tienen necesidades de vivienda insatisfechas. Grupos de sin techo han ocupado tierras en otras zonas urbanas de la capital argentina y también han enfrentado la resistencia de vecinos establecidos del lugar. Las nuevas ocupaciones ocurrieron en otros barrios porteños (dos en Villa Lugano, uno en Barracas y otro en el Bajo Flores) y tres en el área metropolitana de Buenos Aires (dos en Bernal y otro en González Catán).
Los “okupas” —nombre con el que se refieren a estas personas— tomaron desde terrenos fiscales, hasta un campo público de fútbol y vías del ferrocarril, que ahora cuentan con tiendas de cartón, madera, lata y plástico.
En Villa Lugano, a menos de una semana de los hechos en Villa Soldati, la violencia vuelve a generarse. De nuevo los vecinos marchan y protestan. De nuevo, se enfrentan con los ocupantes de los predios. Ayer, un policía resultó herido en uno de los disturbios.
Algunos vecinos de la zona denunciaron a los medios locales que parte de la violencia surge por disputas entre los ocupantes para obtener terrenos. “En muchas ocasiones, los terrenos son loteados ilegalmente y puestos a la venta por valores de entre US$150 y US$250”, cuenta Fernando Ojeda, director de la ONG Red Hábitat Argentina, quien culpa también a grupos delictivos y bandas narcotraficantes.
Favelización
El término ‘favelización’ asusta. No gusta ni al gobierno, ni a académicos, ni a la sociedad. Es el término, sin embargo que usan ahora expertos en seguridad, quienes describen que lo que está ocurriendo en las villas de Buenos Aires es similar a la realidad de las favelas en Río de Janeiro.
Tal como explica el ex comandante de la Policía Metropolitana, Luis Vicat, “el crecimiento de las llamadas villas en Buenos Aires y sus alrededores hizo emerger la figura de capos que manejan el narcotráfico, y es así como se replica el mismo problema que hoy combate con todas las fuerzas de seguridad el estado de Río de Janeiro en Brasil”. Datos oficiales indican que el 7% de la población de la Capital Federal vive en los 14 asentamientos que hay en la ciudad; es decir, unas 200 mil personas, lo que implica un crecimiento del 25% en los últimos dos años.
Según Sergio Schoklender, apoderado de la Fundación Madres de Plaza de Mayo, la situación de las semanas pasadas en Soldati y en Lugano es producto de una violenta irrupción del narcotráfico en el sur de Buenos Aires.
Por su parte, el gobierno porteño dice conocer el plan que tendrían las mafias que comercializan droga para establecer un corredor entre varios asentamientos de la zona. “La Argentina está en un proceso de cartelización y favelización creciente. El futuro no se presenta promisorio, salvo que se dé un cambio en las políticas de seguridad”, afirmó Vicat.
Ya lo había anunciado 11 meses atrás Sebastián García Díaz, secretario de Prevención de la Drogadicción de la provincia de Córdoba (Argentina), dónde también se presenta una situación similar. “La favelización consiste en el proceso de estás villas en los que de a poco va armando un sistema organizado delictivo, adquiriendo fuerza e independencia económica, al tiempo que comienzan a formar fuerzas de seguridad propia. Esto ocurre en todo el país”, dice el experto.
Entre tanto, las invasiones siguen y las casas de lata, plástico y cartón se levantan en terrenos que nadie reclama.
Nicolás Cuéllar Ramírez / Buenos Aires EL ESPECTADOR
Parques, canchas de fútbol y vías de tren de la capital argentina han sido tomadas por ilegales de Bolivia, Paraguay y Perú. Denuncian inseguridad y narcotráfico.
Buenos Aires vive por estos días jornadas de alta tensión. El calor del verano que recién comienza se atenúa ante la efervescencia de los enfrentamientos entre vecinos que han tenido lugar en varios barrios de la capital argentina desde principios de diciembre. Cuatro muertos, decenas de heridos y una problemática que amenaza con seguir cobrando víctimas.
El crecimiento de asentamientos ilegales en predios baldíos —parques, canchas de fútbol, vías de tren— ha terminado por enfrentar a la misma población, ante una supuesta negligencia de las autoridades locales y nacionales. El incremento de la inseguridad, así como la presencia de organizaciones delictivas e incluso de redes narcotraficantes, ha hecho que expertos en seguridad hablen de una ‘favelización’ en los barrios de emergencia de la ciudad.
Y aunque no es un tema nuevo en la agenda nacional, sí cobró relevancia con el más reciente incidente que tuvo lugar hace unas semanas en Villa Soldati, un barrio en el sur de Buenos Aires. Allí, 13.000 personas de escasos recursos tomaron ilegalmente el Parque Indoamericano y ante las quejas por la creciente inseguridad, y al ver que la policía no trabajaba en desalojar a los ocupantes, los vecinos decidieron reaccionar. Se enfrentaron con palos, piedras, botellas. Puños y patadas. Armas.
El Gobierno Nacional envió a la gendarmería para evitar nuevos choques. Pero el ambiente caldeado cobró lo suyo: cuatro muertos. Primero, un hombre de origen paraguayo y una boliviana fallecieron en confusos incidentes durante el operativo de desalojo; días después, luego de que la policía se retirara, nuevos enfrentamientos entre ocupantes del terreno y vecinos de barrios marginales de la zona cobraron otras dos vidas.
El alcalde de la ciudad, Mauricio Macri, culpó entonces a los grupos delictivos que operan en las villas de la ciudad, y en una declaración con tintes xenófobos —como menciona el Premio Nobel Adolfo Pérez Esquivel— se fue lanza en ristre contra el gobierno por las “laxas políticas migratorias”.
“Estamos todos conscientes de que la Argentina viene expuesta a una política descontrolada donde el Estado no se ha hecho cargo de su rol. Pareciera que la ciudad de Buenos Aires se tiene que hacer cargo de los problemas habitacionales de los países limítrofes”, señaló al identificar que más del 70% de la población de estas villas proviene de Bolivia, Paraguay y Perú.
La semana pasada, luego de negociaciones entre miembros del gobierno nacional, del gobierno de la ciudad, y líderes de los asentamientos ilegales, el terreno fue desalojado. El Parque Indoamericano de Villa Soldati, en el sur de Buenos Aires, volvió a ser ese gran predio abandonado y de hierba descuidada, sin las tiendas de plástico o cartón que habían instalado aquellos ocupantes ilegales que se marcharon tras la promesa de que el Estado les daría viviendas sociales.
Sin embargo, las ocupaciones se han multiplicado desde hace una semana en Quilmes, suburbio del sur bonaerense; en Rosario y en Villa La Angostura, un exclusivo balneario en la Patagonia. Habría por lo menos 12 en todo el país.
Se estima que en Buenos Aires unas 500.000 personas tienen necesidades de vivienda insatisfechas. Grupos de sin techo han ocupado tierras en otras zonas urbanas de la capital argentina y también han enfrentado la resistencia de vecinos establecidos del lugar. Las nuevas ocupaciones ocurrieron en otros barrios porteños (dos en Villa Lugano, uno en Barracas y otro en el Bajo Flores) y tres en el área metropolitana de Buenos Aires (dos en Bernal y otro en González Catán).
Los “okupas” —nombre con el que se refieren a estas personas— tomaron desde terrenos fiscales, hasta un campo público de fútbol y vías del ferrocarril, que ahora cuentan con tiendas de cartón, madera, lata y plástico.
En Villa Lugano, a menos de una semana de los hechos en Villa Soldati, la violencia vuelve a generarse. De nuevo los vecinos marchan y protestan. De nuevo, se enfrentan con los ocupantes de los predios. Ayer, un policía resultó herido en uno de los disturbios.
Algunos vecinos de la zona denunciaron a los medios locales que parte de la violencia surge por disputas entre los ocupantes para obtener terrenos. “En muchas ocasiones, los terrenos son loteados ilegalmente y puestos a la venta por valores de entre US$150 y US$250”, cuenta Fernando Ojeda, director de la ONG Red Hábitat Argentina, quien culpa también a grupos delictivos y bandas narcotraficantes.
Favelización
El término ‘favelización’ asusta. No gusta ni al gobierno, ni a académicos, ni a la sociedad. Es el término, sin embargo que usan ahora expertos en seguridad, quienes describen que lo que está ocurriendo en las villas de Buenos Aires es similar a la realidad de las favelas en Río de Janeiro.
Tal como explica el ex comandante de la Policía Metropolitana, Luis Vicat, “el crecimiento de las llamadas villas en Buenos Aires y sus alrededores hizo emerger la figura de capos que manejan el narcotráfico, y es así como se replica el mismo problema que hoy combate con todas las fuerzas de seguridad el estado de Río de Janeiro en Brasil”. Datos oficiales indican que el 7% de la población de la Capital Federal vive en los 14 asentamientos que hay en la ciudad; es decir, unas 200 mil personas, lo que implica un crecimiento del 25% en los últimos dos años.
Según Sergio Schoklender, apoderado de la Fundación Madres de Plaza de Mayo, la situación de las semanas pasadas en Soldati y en Lugano es producto de una violenta irrupción del narcotráfico en el sur de Buenos Aires.
Por su parte, el gobierno porteño dice conocer el plan que tendrían las mafias que comercializan droga para establecer un corredor entre varios asentamientos de la zona. “La Argentina está en un proceso de cartelización y favelización creciente. El futuro no se presenta promisorio, salvo que se dé un cambio en las políticas de seguridad”, afirmó Vicat.
Ya lo había anunciado 11 meses atrás Sebastián García Díaz, secretario de Prevención de la Drogadicción de la provincia de Córdoba (Argentina), dónde también se presenta una situación similar. “La favelización consiste en el proceso de estás villas en los que de a poco va armando un sistema organizado delictivo, adquiriendo fuerza e independencia económica, al tiempo que comienzan a formar fuerzas de seguridad propia. Esto ocurre en todo el país”, dice el experto.
Entre tanto, las invasiones siguen y las casas de lata, plástico y cartón se levantan en terrenos que nadie reclama.
Nicolás Cuéllar Ramírez / Buenos Aires EL ESPECTADOR
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