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jueves, 16 de diciembre de 2010

De 'falso positivo' a cadáver de universidad

Con múltiples impactos de bala fueron trasladados al Batallón Boyacá en Pasto los cuerpos de dos hombres y una mujer que murieron en combates con el Ejército el 27 de septiembre de 2002. Se trataba, según se informó, de tres integrantes de las autodefensas que habían perdido la vida luego de haber sido detectados movilizándose en un campero robado a la altura del sitio el Bado, municipio de Mercaderes, Cauca.

Los cadáveres fueron llevados a la morgue municipal y tan sólo se pudo establecer la identidad de uno de ellos en ese momento. Se trataba de William Armando Cisneros Delgado, un joven que fue entregado a sus padres quienes la dieron sepultura. Los otros dos fueron clasificados como N.N. Pasados varios meses y sin que nadie los reclamara el cuerpo del otro hombre fue enterrado en un cementerio local y el de la mujer entregado a una universidad en la capital de Nariño, para las prácticas que realizan los estudiantes de medicina.

Fueron necesarios casi ocho años para que se empezara a esclarecer quiénes eran en verdad los fallecidos. El ente acusador en el caso de la mujer logró determinar que se trataba de Noreidy Burgos Solarte. Una joven de 18 años, madre un pequeño niño, que salió de su casa en el municipio de Policarpa, Nariño, a un examen médico a la ciudad de Pasto el 26 de septiembre. Ella abordó un vehículo que era conducido por un vecino pero en cercanías al puente del río Patía, en el corregimiento Remolino, fue obligada a descender del automotor y retenida.

Así lo confesó en una diligencia ante la Unidad de Justicia y Paz de la Fiscalía Anibal de Jesús Gómez, alias Alex, ex comandante militar de las brigadas campesinas Antonio Nariño. El ex paramilitar sostuvo que la joven le fue presentada por sus lugartenientes como supuesta novia del comandante del frente 29 de las Farc, conocido con el alias de El Japonés. No obstante, después de interrogarla, no encontró mérito para que siguiera en su poder y la entregó al comandante urbano Jaime Bonilla Canizales, alias BJ. Gómez aseguró que al otro día se enteró que ella había sido asesinada.

Igual suerte había corrido Carlos Andrés Pantoja, un joven que semanas antes acaba de prestar su servicio militar y regresó a su casa en la capital nariñense. Su familia nunca lo reportó como desaparecido, porque quien se lo llevó de su casa fue un cabo del Ejército con quien había trabajado. El engaño para que abandonara su familia fue el mismo en el que cayeron otros jóvenes que fueron asesinados de la misma manera: una promesa de trabajo fuera de su terruño. La Fiscalía cruzó la información del testimonio entregado por el ex paramilitar y los reportes del Ejército sobre bajas en combates en esas fechas. El paso siguiente fue utilizar las actas de los levantamientos de los cuerpos (efectuados en el batallón) para determinar el destino que habían tenido.

Así se determinó que estaban en un cementerio y en la facultad de medicina de la universidad. Y lograron recuperarlos. Los restos de Pantoja ya fueron devueltos a su familia hace aproximadamente un mes, mientras que los de Noreidy Burgos son conservados en una bóveda a la espera de los resultados de las pruebas de ADN y la correspondencia con las muestras tomadas a integrantes de su familia. Preliminarmente el cotejo fotográfico fue afirmativo.

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