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jueves, 17 de febrero de 2011

Irak: Historia de una mentira

No fue el único que faltó a la verdad para desatar una guerra que hoy ha cobrado miles de víctimas.

Lo reveló en una entrevista con el diario inglés 'The Guardian'. Rafid Ahmed Alwan al-Janabi, conocido como 'Curveball' por la inteligencia alemana y norteamericana, aceptó que se inventó todas las historias sobre fábricas clandestinas y armas biológicas para acabar con el régimen de Sadam Hussein, del que huyó en 1995. "Me dieron la oportunidad de inventar algo y estoy orgulloso de ello", aseguró Janabi.

Con la información que este hombre proporcionó, la Casa Blanca se convenció de que Irak tenía un programa secreto de armas químicas y decidió irse a la guerra, el 20 de marzo de 2003. Así lo hizo saber el entonces secretario de Estado, Colin Powell, en un discurso ante el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas hace justo ocho años. Según el funcionario de la administración estadounidense, "la fuente (Janabi) era muy confiable".

Con los datos proporcionados por el mismo informante, Tony Blair, primer ministro británico, insistió días después en que "no me cabe ninguna duda de que esas armas están ahí, contamos con información de científicos, expertos y gente iraquí. Las encontraremos".

La mentira creció aún más. Antes de tomar Bagdad, las tropas estadounidenses recibieron un informe elaborado por el Pentágono, basados en hechos "creíbles", que advertían sobre la autorización que Sadam Hussein habría dado a la Guardia Republicana para utilizar armas químicas.

Con el paso de los años, la mentira se fue cayendo. Las armas químicas nunca aparecieron y los funcionarios de la administración de George W. Bush han ido reconociendo por estos días que en realidad no había armas biológicas, como lo informaron inicialmente. El primero en hacerlo fue el teniente coronel James Conway, general a cargo de los marines estadounidenses en Irak, quien afirmó que ninguno de los informes que les entregó el Pentágono fueron ciertos. Todo estaba basado en datos erróneos."Fue una sorpresa para mí... no descubrimos armas. Vigilamos cada supuesto punto de aprovisionamiento, de almacenamiento y de fabricación en la frontera entre Kuwait y Bagdad, pero simplemente no estaban".

Hace una semana, el exsecretario de Estado, Donald Rumsfeld, gran responsable de la invasión iraquí y quien además llenó sus arcas con millonarios contratos de prestación de servicios médicos y de seguridad durante la guerra en Irak, admitió en su libro de memorias que, "Irak no tenía un programa de armas de destrucción masiva".

El periodista Ron Sunkind, ganador del premio Pulitzer, en su libro "The Way of the World" cuenta que el presidente George W. Bush mandó falsificar un documento de la CIA para justificar los nexos entre Al Qaeda y Hussein, incluso sabía, por información de un funcionario de inteligencia iraquí, que no había armas de destrucción masiva.

Según un estudio publicado por el Centro para la Integridad Pública en Estados Unidos, la administración estadounidense dijo 935 mentiras para justificar la guerra, entre ellas 532 en las que se afirmó que Irak tenía en su poder un poderoso arsenal biológico. La investigación reveló que sólo el presidente Bush hizo 259 declaraciones falsas sobre las armas de destrucción masiva y los vínculos de Irak con Al Qaeda.


Redacción Internacional Elespectador.com

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